El primero viene de una lesión de larga duranción y agota sus últimos años de fútbol, el segundo es toda una incógnita y el tercero es la auténtica esperanza. La garra de Oier reventó el arco de Dorronsoro en el primer minuto y la promesa de Loé -«No voy a dejar que Osasuna descienda a Segunda B»-, ilustrada en un cabezazo del camerunés en el 81, devolvió a El Sadar la esperanza en su equipo (2-1). No así la de Sabalza en el técnico navarro que, una semana después, tras la derrota 3-0 en Girona, era cesado con el equipo en la cuerda floja a falta de seis jornadas para el final. Sin embargo, la proyección de todos ellos les obligó a abandonar Pamplona cuando apenas habían disputado un par de temporadas como miembros de pleno derecho del primer equipo rojillo -en el caso del jugador del Bayern de Munich, ni siquiera llegó a debutar en Primera con Osasuna-.
Jugadores como, Iñaki Astiz, Fran Moreno, Ion Erice, Rúper, Jokin Esparza o Jorge Galán vivieron durante varias temporadas con las maletas hechas vagando por Segunda con la cesión debajo del brazo y la promesa de que un buen rendimiento les devolvería a Osasuna. Kike Sola, por su parte, tuvo la fortuna de ser unos de los pocos que logró volver, e incluso triunfar, tras varias cesiones en las que, además, su rendimiento no fue el esperado. Sin embargo, había muchas esperanzas puestas en él y la oferta de renovación hasta 2012 que el club le presentó fue un alivio para todas las partes. Solo una diferencia: Flaño acabó rectificando y a principios de agosto, tras varias semanas de tira y afloja, aceptó una renovación por tres temporadas ante la negativa de Osasuna a traspasarle. De ellos, solo Miguel Flaño y Oier continúan en la plantilla y, de hecho, son segundo y tercero de abordo de Patxi Puñal. En el verano de 2009, Miguel Flaño estuvo apunto de abandonar la disciplina de Osasuna. Miguel es navarro, lleva toda su carrera vistiendo la camiseta rojilla y es, tras Puñal, el jugador más veterano de la plantilla. Miguel Archanco todavía calentando con sus posaderas el sillón rojo de Izco, el máximo dirigente del equipo navarro puso en marcha, como si nada, la pre-pretemporada rojilla con la toma de una serie de decisiones que navegaban en el limbo de la legitimidad para un presidente que tenía los días contados en el puesto de mando.
Osasuna huele a ritual: preparar el bocadillo, enfundarse la zamarra rojilla, coger la bufanda del equipo y la manta si es invierno, aparcar el coche en alguno de los parkings de la Universidad Pública de Navarra y enfilar la calle Sadar hasta el estadio. Porque hay quien dice que se aprende a base a palos y el verano de 2014 fue como una sucesión de guantazos en la cara con trozo de carne dura, camiseta osasuna cruda y correosa (Segunda B) que muy cerca estuvieron de servir los camareros de la LFP a los habituales de El Sadar. Y como en el partido de ida, el resultado de 1-2 cerró el marcador, esta vez a favor de los insulares, que se llevarían los tres puntos de El Sadar a pesar de la insistencia de Vujadinovic. La redención interruptus llegó ante el todopoderoso Girona, en una jornada sin goles (0-0) a pesar del afán de los hombres de Urban por perforar la portería defendida por Becerra. Osasuna es sangre y coraje y, aunque son muchos los jugadores extranjeros que han acabado sumergiéndose por completo en la filosofía del club -Savo Milosevic, Jan Urban o Pablo García-, nunca podrán alcanzar ese plus que la tierra otorga.
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